Cada vez queda más claro que el PRI y el PAN quieren ver este país destruido para recuperar los millones de votos que han perdido desde 2018 a la fecha.
Se ven patéticos celebrando las bravuconadas de Donald Trump, despotricando cada vez que el peso pierde unos centavos o cuando la gasolina llega a 23 pesos.
La oposición necesita que el país arda en llamas para recordarle al pueblo que ellos eran los buenos. De su lado tienen a los medios de comunicación tradicionales que aun anhelan que regresen los tiempos cuando recibían carretadas de dinero oficial.
En la reciente crisis de los aranceles, el prianismo vio una inmejorable oportunidad para empujar a México al precipicio. Celebraron la amenazas de Trump, le hundieron los colmillos al gobierno de México, incluso alentaron una intervención armada en contra de nuestro país.
Sin embargo, un movimiento magistral de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, los dejó sin dientes.
Trump retrocedió, se impuso la cabeza fría que propuso la presidenta y quedó temporalmente desactivado un conflicto que habría impactado negativamente la economía de ambos países.
Una cubeta de agua fría para la oposición que volvió a demostrar que no entiende nada, solo están a la espera de que el país arda para lucrar con las cenizas y el dolor.
Así de miserables son, han sido y siempre fueron.